La vez anterior, en La práctica ecdótica, decía que en ocasiones los especialistas en crítica textual logran consensos sobre la forma más probable del texto original. Un ejemplo en el caso del Nuevo Testamento es el pasaje o perícopa en Juan 8 que habla sobre una mujer adúltera. La mayoría de especialistas pueden presentar una serie de argumentos, con su debida evidencia, por los cuales afirman que ese pasaje no era parte del texto original sino que fue agregado por un copista en una época histórica posterior. La evidencia que suelen presentar, entre otras, son las copias manuscritas más antiguas aún en existencia. Estas copias son parte de los mejores y más completos manuscritos antiguos de los que se tiene registro. En tales copias puede leerse en griego koiné lo que corresponde al verso 52 del capítulo 7 de Juan y el verso inmediato siguiente corresponde al verso 12 del capítulo 8.
No hay que olvidar que la división bíblica en capítulos y versículos fue realizada a partir del siglo XIII de nuestra era, y para conveniencia de los eruditos de la Baja Edad Media; es decir, las copias antiguas no estaban organizadas por esas divisiones.
En el ejemplo, una forma plausible del posible texto original de Juan carece del pasaje de la mujer adúltera, y eso es un consenso entre los especialistas. Por supuesto, al no contar con las palabras escritas por la mano del autor del texto no es posible cotejar ninguna de las copias para determinar de manera indiscutible la forma exacta del texto original. Tan sólo se puede intentar hacer una reconstrucción crítica aproximada por parte de los especialistas con el conocimiento de lenguas antiguas y el acceso directo a las copias existentes. Los conocimientos de los especialistas al momento de realizar una aproximación y las copias que han logrado tener a su alcance han variado con el tiempo; por ejemplo, una aproximación realizada durante el siglo XVIII no llega a las mismas conclusiones que otra aproximación realizada dos siglos más tarde, el conocimiento ha variado y nuevos hallazgos textuales han ocurrido durante ese tiempo. Así, se puede ver a las claras por qué toda reconstrucción crítica es discutible en alguno de sus aspectos.
Parte del público en general suele asumir que las palabras que escucha o lee en su Nuevo Testamento son palabras pronunciadas de viva voz en una escena en vivo, y que en esa escena estaba presente un escriba que tomaba nota fiel de los diálogos que pronunciaban los presentes. Sin embargo, por las dificultades ya mencionadas, no hay manera de tener acceso literal a lo hablado por personas que vivieron en la antigüedad distante. De hecho, no es posible saber cuáles palabras fueron habladas por nadie en la antigüedad, ya sean personajes religiosos o seculares. Tan sólo contamos con copias antiguas de textos cuyos originales han desaparecido por el transcurrir de los siglos. Muchas de esas copias tan sólo son fragmentos, contienen entre sí muchas diferencias de diversos tipos y están en lenguas antiguas que sólo los especialistas pueden intentar entender.
El público en general suele desconocer el nivel de debate y controversia que hoy en día ocurre entre los eruditos en crítica textual. Muchos asumen que los textos de donde provienen sus creencias contienen palabras indiscutibles, palabras en su propio idioma actual y con significados fijos, cerrados, inalterables, incorregibles e inmutables. Pero la realidad es diferente entre las comunidades de especialistas que no están sometidas bajo el dogmatismo de instituciones ultraconservadoras, para ellos los textos están abiertos.
Hay mucho más por considerar de la práctica ecdótica; por ejemplo, el análisis de las razones por las cuales los copistas habrían modificado el texto que copiaban. Tales alteraciones son de muchos tipos y hay un abundante número de ellas. También hay mucho por reflexionar sobre el esfuerzo de otro tipo de especialistas, quienes toman el resultado de una reconstrucción textual crítica e intentan lograr una exégesis o interpretación del significado de dicho texto. Para tal propósito se cuenta con muchos sistemas de interpretación por considerar y muchas corrientes de pensamiento que esos otros especialistas han desarrollado a lo largo de la historia de la crítica textual y de los métodos histórico-críticos, métodos teológico-filosóficos, métodos fenomenológicos, etc.
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