Al final de la nota ¿Eso no importa?, decía que hoy se realizan esfuerzos considerables por indagar más sobre cada vez más aspectos de la realidad de textos antiguos, por ejemplo del Nuevo Testamento como conjunto de textos fundacionales de las culturas occidentalizadas. Si bien ya es muy interesante observar que ese tipo de investigación textual empezó a ocurrir en instituciones académicas seculares desde hace aproximadamente dos siglos y medio, más relevante es indagar qué es este tipo de investigación histórico-literaria y cómo se pueden entender sus resultados.
La «crítica textual» es una disciplina dentro de la filología. La 22ª edición del diccionario de la Real Academia Española dice de la filología: 1. Ciencia que estudia una cultura tal como se manifiesta en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos. 2. Técnica que se aplica a los textos para reconstruirlos, fijarlos e interpretarlos. 3. lingüística. Y de la crítica textual: Ecdótica. Estudio de las técnicas conducentes a la reconstrucción de un original perdido.
Con más detalle, ¿a qué refiere la palabra «crítica» en el nombre de una disciplina filológica como la crítica textual? Refiere –al menos en esta serie de reflexiones– a un conjunto de maneras de pensar usualmente aludido bajo la noción general de «pensamiento crítico». En sí mismo el pensamiento crítico es un tema muy amplio y de muchísima importancia para el desarrollo de la adultez humana, y resulta forzoso primero entender qué es pensar de manera crítica para luego entender cómo aplicar esa manera de pensar en el estudio de lo textual.
Aquí, de manera somera, mencionaré que hay momentos para pensar rápido, donde lo relevante es lograr una conclusión basada tan sólo en la información disponible de manera inmediata. Por otro lado, hay momentos para pensar lento, donde lo principal es hilar cada pensamiento de manera muy fina y muy cuidadosa, donde el tiempo no es relevante sino la claridad y la validez de las conclusiones intermedias que sirven como premisas para otras conclusiones provisionales. Un rasgo del pensamiento crítico es la capacidad de distinguir qué, cómo, cuándo, cuánto, dónde, quién, por qué y para qué pensar rápido y qué, cómo, cuándo, cuánto, dónde, quién, por qué y para qué pensar lento. En otras palabras, pensar de manera crítica es, en parte, evaluar la pertinencia de lo pensado.
Si se tiene interés profundo en la cultura textual y en las implicaciones de los procesos históricos de civilización a nuestro alrededor, entonces también contamos con los resultados de los proyectos en ecdótica; proyectos para investigar sobre la realidad de algún aspecto textual de manuscritos antiguos o textos contemporáneos. Los investigadores están obligados a pensar de manera crítica para desarrollar tales proyectos. Lo cual implica ser parte de una comunidad de indagación en la cual cada individuo debe buscar la crítica hacia sus propios resultados y no debe tomar ninguna crítica de manera personal pues reconoce que su persona no es sus opiniones y tales opiniones no tienen dignidad ni necesitan respeto, sino evaluación y examen crítico.
Por lo tanto, aun si uno es lego en crítica textual, se requiere el ejercicio individual del pensamiento crítico para analizar con rigor las publicaciones de los especialistas.
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