Un hecho filológico es que existen múltiples copias manuscritas antiguas del llamado evangelio canónico de Marcos. Pero no todas esas copias son exactamente iguales. Hay muchas diferencias menores que no tienen importancia. Sin embargo, hay algunas diferencias que no pueden descartarse como insignificantes pues simplemente no son diferencias menores. Un ejemplo notable está en el mismísimo primer versículo.
En muchas copias manuscritas se lee en griego koiné:
Ἀρχὴ τοῦ εὐαγγελίου Ἰησοῦ ⸀χριστοῦ.
En castellano actual:
«Principio del evangelio de Jesucristo.»
En otras muchas copias manuscritas se lee en griego koiné:
Ἀρχὴ τοῦ εὐαγγελίου Ἰησοῦ Χριστοῦ υἱοῦ θεοῦ.
En castellano actual:
«Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios»
No hay manera de saber cuál copia manuscrita es la más cercana a lo escrito originalmente por la mano del autor —quienquiera que haya sido el autor, pues el texto es anónimo; la atribución a alguien llamado Marcos ocurrió siglos después de la composición del texto—, tan sólo se pueden hacer especulaciones teóricas sobre la posible redacción autógrafa.
El hecho ecdótico es que hay muchas copias con «Hijo de Dios» y muchas otras sin esas palabras. No parece una diferencia menor pues las implicaciones son enormes para preguntas básicas como ¿quién fue Jesús?, ¿qué se creía de Jesús en las comunidades antiguas que hicieron las copias con esas palabras, y qué se creía en las comunidades que hicieron las copias sin esas palabras?
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