Sunday, June 1, 2014

¿Cristianismo puro?

Kip McKean sí sería un cristiano verdadero. También lo sería, por ejemplo, digamos, Douglas Jacoby o William Lane Craig o Billy Graham o Joseph Ratzinger, como también lo habrán sido Jim Jones o David Koresh. Por lo menos todos ellos afirman, o afirmaron, que lo son. Sin embargo, cada uno de ellos, a decir por sus doctrinas oficiales, podría juzgar al otro por no seguir tal o cual aspecto de un supuesto “cristianismo puro”, pero, ¿cuándo la diversidad de creencias y la heterodoxia han sido obstáculos para no ser un cristiano verdadero?

Claro, la ortodoxia cristiana en turno no tomaría como ‘cristianismo verdadero’ a su correspondiente heterodoxia en turno, pero eso ha sido precisamente un rasgo perenne en la historia del cristianismo como conjunto polifacético de ideologías religiosas –a decir por la historia y contenido de los textos cristianos antiguos. Es decir, desde afuera de esta multiplicidad de ideologías conocida como ‘cristianismo’, no parece haber otra conclusión más que aceptar la afirmación que cada uno ha hecho de sí mismo: todos son cristianos verdaderos y todos siguen un cristianismo puro. No encuentro razón alguna para impugnarles nada en ese respecto.

Por lo tanto, no hay justificación para acusar a ninguno de ellos por ser realmente un “enemigo de la cruz de Cristo”.

Si con esa acusación se pretende hacer un juicio moral, entonces el asunto de fondo es otro por completo diferente, no un asunto de “pureza ideológica cristiana” sino un asunto que debe pensarse con los conceptos y las teorías de la filosofía moral (ética).

El fenómeno social que representan estos así llamados “líderes” es un objeto interesante de estudio para mí, un fenómeno donde el cristianismo juega un papel relevante. Una parte de su relevancia consiste en que entender mejor a las ideologías cristianas ayudaría a entender mejor algunos hábitos en nuestras culturas, en particular: los mesianismos.

Mesianismo entendido como el abandono y sumisión de la libertad propia, y de la capacidad para pensar propia, para voluntariamente entregarlas a los pies de otro, que también usa el baño esencialmente igual que uno, pero que se le otorga una especie de potestad o superioridad sobre uno. Así, son los que abandonan sus facultades propias, los seguidores, los que edifican a sus líderes mesiánicos. Ya sea Kip McKean o Douglas Jacoby o William Lane Craig o Billy Graham o Joseph Ratzinger o Jim Jones o David Koresh serían simples individuos a no ser por sus fanáticos seguidores; por ejemplo: http://www.kipmckean.com/.

Una amplia reflexión histórica sobre los fanatismos y sobre los mesianismos en las comunidades cristianas contemporáneas implica contemplar, e intentar explicar, los hechos observables en los movimientos religiosos a lo largo de su devenir. Un ejemplo de esos hechos son las escisiones en la historia de los cristianismos y de aquellos movimientos que intentan reavivar algo que quizá nació muerto: el supuesto “cristianismo puro”. Por ejemplo:

www.icimc.mx

www.icmar.org.mx

www.kipmckean.com

icoc.org

Las escisiones han sido comunes en la historia de las comunidades cristianas desde sus inicios. Un factor causal de esas escisiones son los textos que tales comunidades toman como base para sus creencias y para su ambiente moral específico. Es decir, el contenido mismo de los textos no representa un cuerpo unificado y de integridad conceptual sino un conjunto diverso y discrepante de múltiples ideologías religiosas. Esos textos contienen múltiples capas superpuestas de significados añadidos a lo largo de sus no pocos siglos de historia textual. Entonces, en parte, las comunidades cristianas se escinden porque sus textos fundacionales están escindidos de origen. Cuando las comunidades cristianas –o sus líderes, en realidad– toman sólo fragmentos de sus textos entonces están tomando, sean conscientes o no de ello, el camino de la escisión.

Tan sólo, por ejemplo, la idea de “Palabra de Dios” refiere a múltiples significados, hay quienes afirman que corresponde al texto mismo, otros niegan eso y afirman que corresponde con una de las personalidades de Jesucristo, otros niegan lo anterior y afirman que corresponde a lo que dicte la tradición interpretativa dominante, etc.

Otro ejemplo de una idea con múltiples significados es la idea “Reino de Dios”. Las explicaciones, desde su esquema general hasta sus detalles, varían en función de la teología de cada comunidad cristiana. Por ejemplo, algunas teologías afirman que el “Reino de Dios” es igual a una iglesia o congregación particular de cristianos, pero esa afirmación es muy problemática si se toma de manera literal pues, según algunos textos bíblicos antiguos, en el “Reino de Dios” ya no hay dolor ni enfermedad ni sufrimiento ni muerte, y dado el hecho histórico de las escisiones en las iglesias cristianas, entonces tal afirmación se derrumba por incongruente.

Después de más de veinte siglos de escisiones en la historia del cristianismo, quizá pueda justificarse la conclusión de que nunca ha existido un “cristianismo puro” ni unificado. El proyecto para lograr “pureza ideológica” en el cristianismo es un proyecto fallido. Un proyecto con resultados trágicos si consideramos el nivel de cerrazón que suele provocar en las personas que lo emprenden.