Sunday, April 25, 2021

«género» y «sexo», mapas y territorios

En ecdótica (crítica textual menor), en filología, existe el método basado en redacción para el análisis de textos. En parte, la idea es lograr aproximaciones a preguntas sobre quién, dónde, por qué, para qué se ‘le ha metido mano’ a un texto publicado en un punto en tiempo y espacio y leído en otro punto distinto de tiempo y espacio. Todo esto para asistir a quien desee lograr interpretaciones más amplias de dicho texto en aun otro tiempo y espacio.

Las palabras del lenguaje, y los conceptos que algunas refieren, son una herramienta natural para expresar y pensar. No son “leyes” de la naturaleza, sino convenciones. Por ejemplo, la palabra «sandía» y la fruta material guardan entre sí –al menos– una relación arbitraria y –por mucho– convencional. En función de un cultivo concreto, tal herramienta puede ser usada con mayor o menor destreza para lograr fines concretos de todo tipo. Si intento expresar mi deseo de comprar esa fruta en particular —mismo ejemplo—, entonces usar la palabra «sandía» contribuye a realizar ese deseo en un diálogo en español con el dueño de la frutería. Por analogía, llegar al destino deseado dependerá de la destreza con la que se use el mapa elegido. ¿Cuánto podría lograr un recién llegado turista a la ciudad de Tokio, Japón, usando un excelente mapa de la ciudad de Managua, Nicaragua? Interpretar el lenguaje, analógicamente, es cartografiar los territorios que deseamos transitar y explorar. Pero a sabiendas de que el territorio mismo no está disponible de manera directa, sino sólo de manera indirecta: a través de mapas lingüísticos, los cuales son conceptuales. Hay muchos mapas y muchos territorios por elegir al intentar lograr nuestros deseos.

A continuación, un ejemplo tomado del texto de una constitución política vigente, el cual podría permanecer vigente por muchos años, décadas, siglos o milenios: la diferencia en composición —las palabras y la estructura elegidas— entre los párrafos indicados en azul es evidencia que sugiere que fueron redactados por dos personas diferentes. Lo cual significa que no usaron el mismo mapa y, por tanto, intentan llegar a destinos diferentes.

Fuente: Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos.

Saturday, March 13, 2021

Relatos de divinidad y de razón poética

«El hombre y lo divino» de María Zambrano es una obra clásica en español sobre la reflexión antropológica en su dimensión de la expresión escrita sobre belleza divina y razón poética.

María Zambrano parece proponer una relación íntima entre conversión personal y una transformación continua que sería parte de la condición humana. La pulsión básica detrás de tal conversión no sería otra cosa —según Zambrano— que la envidia de eso «otro» que se anhela alcanzar.

Por otro lado, la idea de conversión es recurrente en varios textos antiguos de tradiciones judeocristianas. Ya sea en textos dentro del canon establecido o por fuera de dicho canon. Me parece que esos relatos diversos alrededor de la idea de conversión aportan un notable valor literario. Se puede ejercitar tanto la exégesis como la eiségesis hermenéuticas para sacar mucho jugo de ellos para deleite personal. Por ejemplo, varios relatos gnósticos sobre la conversión espiritual basada en un saber especial, sólo para iniciados, sobre conceptualizaciones idealistas de la realidad, ha resonado en muchos tanto en la antigüedad como en el presente. Resuena en ellos la idea de que hay algo mal, algo que no tiene sentido, en el mundo material (dolor, sufrimiento, enfermedad, muerte, etc.). Esos muchos comparten una profunda intuición de no pertenecer a este mundo material, de que no tiene sentido que su vida intelectual se limite a la materia. Intuyen que al terminar la vida del cuerpo material podrán convertirse y regresar en libertad a ese otro mundo ideal que ahora anhelan. El mundo de las formas ideales de Aristocles («el divino Platón») sería un paralelo con este tipo de relatos.

Saturday, November 28, 2020

Tradiciones emocionantes

Dado que por doquier hay variedad de subsistemas judeocristianos de creencias, hoy más que nunca son muy relevantes las destrezas para interpretar mejor las numerosas copias de las antiguas tradiciones textuales de los judeocristianismos. Especialmente si en efecto no contamos con las palabras de origen (ver Sin palabras de origen).

Tal relevancia permanece ya sea si alguien toma la decisión de conocer mejor su propio subsistema judeocristiano de creencias o si ese mismo alguien toma la decisión de deconstruir su propia teoría teológica personal.

Más aún si ese mismo alguien luego toma la decisión de enmendar alguno de esos textos antiguos por medio de publicar una nueva edición —como ha ocurrido numerosas veces a lo largo de los siglos: nuevas interpretaciones han sido publicadas y nuevas palabras se han puesto en la boca de cualquiera de los personajes en esos antiguos relatos. Las enmiendas parecen ser inevitables pues las audiencias inevitablemente siempre son diferentes al siempre haber nuevas generaciones de jóvenes que escuchan o leen los relatos por primera vez en su lengua propia.

Así, esos jóvenes podrían disfrutar, al menos por algún tiempo, de la dulce ilusión infantil de que sí existe un mensaje judeocristiano “originario”. Esa dulce ilusión infantil de recibir un mensaje personal desde el pasado remoto y desde un ámbito cósmico puede ser motivo de muchas lindas emociones en una mente juvenil. Las culturas judeocristianas, como otras culturas, también procuran tradiciones emocionantes para sus mentes jóvenes y eso puede ser edificante en tanto permanezcan como tradiciones inofensivas; es decir, sólo durante cierto rango de edad intelectual y no para toda su vida adulta.

Saturday, June 8, 2019

¿Tan sólo otra forma de judaísmo?

¿Es acaso el «Antiguo Testamento» una narrativa propia de la cristiandad?

¿Por qué existe una sección llamada «Antiguo Testamento» en la típica Biblia usada por la cristiandad hoy en día? ¿Por qué los cánones judeocristianos (católicos, protestantes, griego-ortodoxos, coptos, etc.) incluyen esos textos de tradiciones judaicas?

¿Por qué la cristiandad se apropia de un conjunto de tradiciones textuales judaicas y se las confiere bajo el nombre de «Antiguo Testamento»?

¿Es acaso la cristiandad tan sólo otra forma de judaísmo?

En parte, por estas indagaciones abandoné el uso de la palabra «cristiano» para referir un miembro cualquiera de la cristiandad. Ahora me parece más apropiado decir «judeocristiano» pues pienso que se aproxima mejor a una realidad histórico-crítica.

Sunday, April 28, 2019

Jesús, el así llamado Cristo, y las mitologías

Si Jesús, el así llamado Cristo, era un campesino judío de clase baja en la antigua Palestina, entonces las tradiciones textuales de la Biblia llegan a nosotros desde las culturas judeocristianas.

Jesús, el ser humano histórico, muy probablemente, era semi-analfabeto: no sabía escribir. Entonces, en realidad no sabemos cuáles fueron sus ideas y sus acciones. Sus propósitos, sus metas, sus puntos de vista, sus enseñanzas, sus acciones, fueron escritos por otros, décadas y siglos después de su tiempo, fuera de la antigua Palestina y por autores greco-romanos de clase alta.

Y, sin embargo, la Biblia y las culturas judeocristianas son muy importantes para comprender mejor la mezcla de culturas que existe hoy en día.

Por ejemplo, cómo funcionan los mitos judeo-cristianos (en el sentido antropológico). Los relatos por los cuales hay muchas actitudes mesiánicas en todo el mundo hoy en día con paralelos hacia las profecías del Mesías y otros elementos de tales relatos. Como el concepto del Evangelio, y la salvación, y la trama entre las fuerzas del mal contra dios, y demás elementos de ese tipo.

Es un conjunto muy complejo y fascinante de temas de la erudición histórica y antropológica.

Friday, May 11, 2018

¿Quién fue Jesús?

¿Quién fue Jesús, el así llamado Cristo o Mesías judío? ¿Qué dijo de sí mismo? ¿Quién dijo que él era? ¿Cuál fue su aportación central? ¿Qué dijo –por un lado– la persona histórica, aquel judío aldeano en la Palestina antigua, y –por otro lado– qué ha sido dicho por sus impostores a lo largo de veinte siglos a la fecha?

Estas preguntas pueden ser semillas de indagación seria para quienes están interesados no en instituciones sectarias ni tradiciones fanáticas sobre Jesús, sino en la persona histórica per se.

No hay evidencia histórica de que tal persona haya escrito, por mano propia, al menos uno de sus ideales o de sus enseñanzas. No hay evidencia de que tuviese intención de dejar un legado escrito para la posteridad. Quizá sus intenciones no contemplaron ninguna posteridad como la que hoy habito. Tal vez nunca quiso legar su mensaje para una posteridad en la que alguien como yo –no judío– pudiese entenderlo a cabalidad, a él –su vida y su muerte– y a su mensaje central.

Está claro que la Biblia es un muy complejo conjunto de textos antiguos y de orígenes judíos. Entender los judaísmos antiguos es requisito para entender a la persona histórica de Jesús, el así llamado Cristo o Mesías judío. Si no se entienden esos judaísmos, entonces uno corre el grave riesgo de malinterpretar tales textos antiguos: uno puede aceptar la insulsa idea de que las palabras en griego koiné de hace veinte siglos traducidas al castellano actual son palabras dirigidas a uno mismo. Si uno comete esa equivocación, entonces, analógicamente, la situación sería como si alguien leyera la fábula ‘Los tres cerditos y el lobo feroz’ y concluyera que su mensaje central es que la especie porcina puede construir casas a base de ladrillos.

El arameo era la lengua hablada en la Palestina antigua. Al parecer, no sobrevivió ningún texto escrito en arameo de aquella época en la Palestina antigua pues no contamos con ninguno. Los escritores afuera de aquella Palestina antigua escribían, típicamente, en el idioma más ampliamente utilizado en el Imperio Romano: el griego. Las más antiguas copias disponibles de los evangelios canónicos neotestamentarios están escritas en griego. Por lo que parece que los autores de esos textos vivieron fuera de Palestina y los escribieron décadas después de que Jesús había muerto.

Para evaluar por qué esos autores pusieron esas palabras en boca de Jesús, y para qué lo hicieron, se requiere aplicar el escrutinio histórico-crítico a esos textos antiguos.

Wednesday, November 29, 2017

Sin palabras de origen

Si los manuscritos autógrafos se han perdido en las arenas del tiempo y los textos “originales” ya no existen, sino que sólo nos llegan copias de copias de copias de copias de copias, de traducción de traducción de traducción de traducción, entonces ¿en qué sentido podemos decir que sabemos, por ejemplo, lo que pensó Aristocles (Platón) o Eurípides o lo que pensó el autor anónimo al que se le atribuye la composición escrita del evangelio neotestamentario de Juan?

Las aproximaciones críticas a esos textos antiguos guardan los rasgos de una incertidumbre articulada; es decir, entre otras cosas, se elaboran con esmero las distinciones pertinentes entre lo que sí o no se puede decir de manera justificada.

Por supuesto, hay otros tipos de aproximación a dichos textos antiguos que también pueden ser aproximaciones edificantes. Por ejemplo, aproximaciones devocionales, poéticas, teológicas, literarias, etc. Cada una con su propio conjunto de sistemas pertinentes de interpretación.

En cualquier caso, una interpretación edificante no tropieza con los excesos de una certidumbre desarticulada y obcecada. En el caso de los textos neotestamentarios, por ejemplo, tal es aquella posición que en el fondo afirma saber algo que no se tiene manera de conocer: con la bandera de la “confianza en Dios” se afirma saber que una voluntad en un supuesto ámbito sobrenatural determinó un propósito a los hechos históricos y que, a pesar de tales hechos, guardó dicho propósito a lo largo del trascurrir de los siglos.

Podría ser ese el caso; sin embargo, a decir de la abundante evidencia, no se guardó ningún propósito a las claras; es decir, no ocurrió ningún milagro por el cual los manuscritos autógrafos fuesen conservados, sino que se perdieron. Por lo cual también está en duda el milagro de la supuesta “inspiración divina” por medio del cual los autores llegaron a conocer las palabras que escribieron —las cuales, precisamente esas palabras escritas de origen, son las que no se conservaron por ninguna acción sobrenatural.

Además, si tomo a la fe como una forma de confianza, entonces precisamente no hay bases para justificar semejante confianza. Es decir, podría ser un grave error teológico insistir en que ocurrió una acción sobrenatural como ‘determinar’ o ‘guardar’ cuando no hay bases para tal insistencia.